DÍA MUNDIAL DE LA EFICIENCIA ENERGÉTICA



Hoy, 5 de marzo, es el Día Mundial de la Eficiencia Energética.

Y (esto es totalmente verídico), lo he celebrado con una factura eléctrica de aúpa. 

Y es que la factura de la luz es un auténtico misterio para gran parte de la ciudadanía, tal y como desvela un riguroso estudio realizado entre-todos-mis-familiares-el-otro-día-en-la-paella-del-domingo. 

Ello implica que no sepamos por qué nos cobran lo que nos cobra, ni sepamos tampoco cuánto influye nuestro consumo en el hogar o en el trabajo sobre el importe total. 

¿Qué necesita el planeta? Para luchar contra el cambio climático, son primordiales dos cosas: la primera, que la sociedad entera avance hacia la sostenibilidad obteniendo su energía totalmente de fuentes renovables y no contaminantes; y la segunda, que reduzcamos nuestro consumo energético, para compensar el impacto que tenemos sobre el planeta. 

Lo primero se consigue presionando a nuestros políticos y luchando porque las opciones ecológicas tengan prioridad frente a las fuentes no renovables. Y sí, lo sé. Políticos. Prrffffff.

Por ello, podemos optar por la segunda opción, y hablar a través de nuestro consumo. Ello tendrá dos ventajas: por un lado, reducir el consumo energético y ser ecológicos de verdad, y por otro, reducir nuestra factura de la luz todo lo posible, ahorrándonos bastante dinero. 



En la imagen tenemos una factura tipo, con la información que debe venir en todas las facturas, sea cual sea la compañía eléctrica que nos suministra la energía. Existen varios términos que hay que tener en cuenta en ella:

1.- POTENCIA CONTRATADA: Este es el máximo de electricidad que podemos consumir en un mismo instante (por eso, puede pasar que cuando tenemos muchos aparatos enchufados a la vez, salte el interruptor de la luz y tengamos que volver a activarlo, porque hemos superado el máximo contratado). La mayoría de hogares españoles tienen contratada una potencia entre 2,5 y 10 kW (esto último suele ser mucho más de lo necesario). 

Cuanta más potencia tengamos contratada, más caro nos saldrá el kilowatio y también más cara la factura total. Esta parte 'fija' de la factura supone hasta un 63% de la misma. 
Es importante tener en cuenta que antes existían unas escalas de contratación: 2,2 kW, 3,3 kW... pero ahora está liberalizada la cantidad de kilovatios que podemos contratar como potencia fija y podemos ajustarla a la cantidad que realmente necesitemos. 

2.- TARIFA: Esto representa el tipo de tarifa que hemos elegido, que si no somos grandes consumidores, se basará poco más que en el mismo precio todo el tiempo (sin discriminación horaria) o con dos precios diferentes según las horas del día, uno para el día y otro para la noche (con discriminación horaria).

3.- ENERGÍA CONSUMIDA: Es el precio que varía según el consumo de energía que tengamos. Es decir, cuanta más electricidad gastemos, más pagaremos ese mes, y esto supone aproximadamente el 37% de la factura. Con el nuevo sistema para la fijación de precios, desde hace unos años, el precio del kilowatio consumido corresponderá al precio que tenga en ese momento en el mercado (ya sea justo el precio de la hora a la que se ha consumido o un precio medio del día, según el tipo de contador), a no ser que contratemos un precio fijo por el mismo. 

Ahora, con los contadores inteligentes, en una gran cantidad de lugares se puede consultar on-line el consumo de nuestro hogar con una medición de cada hora. Sólo tenéis que saber cuál es la distribuidora de energía de vuestra zona y entrar en su página web. 

4.- OTROS DATOS: En este apartado se incluye el coste del 'alquiler de equipos de medida' (esto es nuestro contador), y el impuesto sobre electricidad, el cual es un cargo que se invierte en investigación de nuevas energías, o eso dice la teoría. No confundáis este impuesto con el IVA, que viene al final del todo, como el hachazo definitivo de la muerte. Y sí, es del 21%, nada de reducciones. 

En definitiva, aunque la energía consumida sólo contribuya al 37% del precio total de la factura, es sobre la que podemos actuar directamente como consumidores. 
Podemos influir en la parte 'fija' de nuestra factura sólo a través de la potencia contratada, que se puede reducir fácilmente. Tened en cuenta que tanto bajar como subir la potencia tiene unos sobrecostes (nada altos, habitualmente, a no ser que seáis una mega-industria que consuma millones de kilovatios al año), pero que es bueno prever cuánto se tardará en amortizarlos.

Usar lámparas de bajo consumo, apagar la luz cuando no se necesite aprovechando al máximo la luz natural, comprar electrodomésticos más eficientes cuanto tengamos que renovar uno antiguo (ojo lo que chupa la amiga lavadora!), evitando dejar los aparatos en standby y aislando bien nuestra vivienda, o haciendo un uso racional de los sistemas de calefacción o aire acondicionado, conseguiremos dar pequeños pero importantes pasos para disminuir nuestro consumo y también, no olvidarlo, contribuir a la lucha contra el cambio climático. 

¿Un paso más allá? Instala una placa solar y olvídate de la factura de la luz para siempre. O contrata energía verde con tu compañía eléctrica y todo lo que consumas vendrá de energías renovables (y dormirás de fábula también). Presiona a tus políticos para que tomen medidas racionales, porque créeme, al final, acaban repercutiendo directamente en tu enchufe.  


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